Trump acapara el protagonismo absoluto en el sorteo del Mundial

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Quien piense que el fútbol y la política no deben ir de la mano se habrá llevado un disgusto al ver el rol protagonista de Donald Trump en la ceremonia del sorteo del Mundial de fútbol que se celebrará el próximo verano en Estados Unidos, México y Canadá.

El elenco de actuaciones musicales que han adornado el evento, en el abarrotado edificio Kennedy Center de Washington, lo han cerrado los Village People con su inconfundible Y.M.C.A, el himno que Trump adoptó para su campaña electoral y que reproduce al final de sus discursos cada vez que tiene ocasión. Rompiendo con la tradición, al inicio de la ceremonia también se ha hecho entrega de un nuevo Premio de la Paz de la FIFA, creado a propósito para que Trump obtenga el reconocimiento que no consiguió con su ansiado Nobel de la Paz.

“Es uno de los grandes honores de mi vida, hemos salvado millones y millones de vidas” ha dicho Trump tras recibir el premio –un trofeo y una medalla de oro– de la mano del presidente de la FIFA, Gianni Infantino. “Hace un año no nos estaba yendo muy bien, y ahora tengo que decir que somos el país más candente del mundo”, ha añadido, incrustando en el sorteo del Mundial sus batallas políticas domésticas. 

El organismo ha reconocido sus “extraordinarias acciones por promover la paz alrededor del mundo”, ha señalado Infantino, agasajando a un presidente cuyo rebautizado Departamento de Guerra ha recibido acusaciones de crímenes de guerra por sus bombardeos en el Caribe.

Gianni Infantino se ha reunido este año en siete ocasiones con Donald Trump, más que ningún líder internacional

Las anécdotas en este nevado día en Washington han sido el aperitivo de lo que sucederá el año que viene en el torneo deportivo más seguido del mundo: la omnipresencia de Trump, quien ya sorprendió el pasado verano al celebrar junto con los jugadores del Chelsea su victoria en el mundial de clubes, también acogido por EE.UU. 

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y el primer ministro de Canadá, Mark Carney, también han asistido al evento, aunque su papel ha sido residual, más allá de sacar simbólicamente las bolas de sus propios países en el sorteo. Las demás bolas han sido seleccionadas por estrellas del deporte americano: Aaron Judge (béisbol), Shaquille O’Neal (baloncesto), Tom Brady (fútbol americano) y Wayne Gretzky (hockey).

Trump ha forjado una relación de beneficio mutuo con Infantino, quien acudió a su último mitin de campaña y a su investidura, y se ha reunido con Trump en siete ocasiones este año, más que ningún otro líder mundial. En la última visita a la Casa Blanca, durante el viaje del príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salman, el mes pasado, ambos cenaron con empresarios del país y estadounidenses, así como con la estrella del fútbol árabe Cristiano Ronaldo, de quien Trump se declaró un acérrimo fan.

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Donald Trump, Claudia Sheinbaum y Mark Carney, mandatarios de EE.UU., México y Canadá, han sacado las primeras bolas del sorteo, las de sus países.

Jacquelyn Martin / Ap-LaPresse

Días después, el ex madridista recibió un indulto de la FIFA, por el que le suspendieron dos partidos sanción, de los tres de penalización por su expulsión tras dar un codazo durante la derrota de Portugal frente a Irlanda. De este modo, Ronaldo se asegura estar disponible para jugar los primeros partidos de su selección en el Mundial.

En sus estatutos, la FIFA consagra su compromiso con la neutralidad política, pero la cercanía de Infantino con el líder autoritario ha llevado a sus críticos a denunciar que el Mundial se está convirtiendo en una herramienta de propaganda al servicio de la agenda Make America Great Again. Respondiendo a estas críticas, el organismo se ha justificado alegando que Infantino mantiene reuniones regulares con otros líderes del mundo para promover el futbol a escala global.

Pero con ninguno de ellos ha llegado a un nivel de sintonía tan grande, incluida la decisión de la FIFA de abrir una nueva oficina en la Torre Trump de Nueva York o la aparición de Infantino en la cumbre en Egipto donde en octubre se firmó el acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hamas. A principios de este año, delegados la UEFA abandonaron el Congreso de la FIFA en Paraguay cuando Infantino llegó con horas de retraso tras acompañar a Trump en un recorrido por Medio Oriente, acusándolo de priorizar “intereses políticos privados” que “no benefician al fútbol”.

Como ya ocurrió con el último Mundial de fútbol, en Qatar, agrupaciones de derechos humanos han expresado su preocupación por la celebración de un torneo en un país en el que se está produciendo una regresión de derechos humanos. Human Rights Watch (HRW) ha denunciado que el sorteo se lleva a cabo “en un contexto de detenciones violentas de inmigrantes, despliegue de la Guardia Nacional en ciudades estadounidenses y la sumisa cancelación de las propias campañas de la FIFA contra el racismo y la discriminación”.

La agenda de la Casa Blanca puede frustrar el deseo de muchos aficionados de desplazarse para ver en directo a los talentos de sus países. Trump firmó en junio una orden ejecutiva con la que revivió el veto de viaje de personas de 19 países en África, Oriente Medio y el Caribe, que el presidente considera que representan una amenaza para la seguridad nacional. Irán y Haití, clasificados para el Mundial, están entre los países afectados por la prohibición, y Teherán amenazó con boicotear este viernes han el sorteo debido al número limitado de visas concedidas, aunque finalmente ha enviado al seleccionador.

Las restricciones de viaje impulsadas por la Casa Blanca, así como su pulso con las ciudades demócratas, generan incertidumbre de cara al Mundial

Además, Trump ha amenazado con cambiar las sedes de algunos partidos que está previsto que se celebren en ciudades gobernadas por demócratas, alegando que son un “infierno” por sus índices de criminalidad. Lo repitió recientemente desde el despacho oval frente a la mirada de Infantino, que no entró a valorar esta posible medida, que trastocaría la logística de un torneo de estas dimensiones.

Sumada a esta incertidumbre está la amenaza de Trump de lanzar ataques contra México en su guerra declarada contra el narcotráfico en Latinoamérica, así como la de anexionarse Canadá y convertirlo en el estado 51º de EE.UU. Aunque no ha dado pasos decididos en ese sentido, la retórica puede dificultar la cooperación entre los tres anfitriones.

La última vez que EE.UU. albergó la Copa del Mundo, en 1994, el entonces presidente Bill Clinton decidió no asistir. Pero Trump ha encontrado una oportunidad ideal para proyectar su imagen en un escenario global, en un torneo que coincidirá con las celebraciones del 250º aniversario de la independencia de EE.UU., que está preparando con gran expectativa. Además, el presidente tratará de demostrar al mundo que puede organizar con éxito un torneo de esta magnitud, preparando el terreno para el próximo gran evento deportivo, los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Los Ángeles en el 2027.

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