Europa se está quedando cada vez más atrás en la carrera global para liderar las tecnologías del futuro. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) alertó en su informe de previsiones económicas de ayer de que se está acentuando la divergencia entre el Viejo Continente y el resto del mundo.
Entre enero del 2024 y agosto del 2025, el incremento en la producción de ordenadores y productos electrónicos, bajo el efecto de la inteligencia artificial (IA), se ha disparado a escala planetaria.
Sin embargo, Europa queda muy rezagada. Mientras en China, Estados Unidos y el resto de Asia las tasas de crecimiento de inversiones en el complejo industrial tecnológico y digital son del orden del 20%, en Europa se llega apenas al 7%. Tres veces menos. Más datos: los gastos privados en equipamiento de tecnología de la información en EE.UU. son veinte veces superiores a los del Reino Unido y crecen cinco veces más que los de Irlanda. En cuanto a centros de datos, el país norteamericano cuenta con el 43% de la capacidad global instalada, mientras que China está en el 25% y Europa, en el 16%.
El pasado lunes, el expresidente del BCE Mario Draghi volvió a insistir en una conferencia en la necesidad de poner en marcha “una revolución tecnológica europea” para salir del estancamiento, con una necesidad de financiación que rondaría los 1,3 billones de euros.
La OCDE enfatiza el papel estratégico que está teniendo la IA no solo en términos de competitividad, sino para justificar por qué la temida catástrofe que iba a producirse en la economía mundial a causa de la guerra arancelaria de Donald Trump de momento no se ha producido, ya que la economía global crecerá un 3,2% este año y se mantendrá estable en estos niveles hasta el 2027.
Sin la IA, Washington habría registrado un crecimiento negativo en la primera mitad del año
La pasada primavera se cernía un escenario de invierno económico. La batería de aranceles anunciada por la Casa Blanca en abril habría desatado un repunte de la inflación, una contracción del comercio, una ralentización económica. Pero ha llegado el otoño y este escenario dramático no ha tenido lugar.
La OCDE dibuja ahora otro panorama más benigno. Algunos dirían casi primaveral. “La economía global ha mostrado resiliencia este año, a pesar de las preocupaciones sobre una desaceleración más acusada tras el aumento de las barreras comerciales y una incertidumbre significativa”, afirmó su secretario general, Mathias Cormann.
En este sentido, es sorprendente el cambio de tercio que esta institución ha tenido respecto a Estados Unidos. En junio, la OCDE advirtió de que el crecimiento estadounidense se desaceleraría hasta el 1,6% este año, pero lo elevó al 1,8% en septiembre y ahora prevé un 2%. No hay que olvidar que el arancel medio aplicado por Washington a las importaciones ha pasado del 2% de enero al 14,9% de noviembre. El más alto desde la Gran Depresión.
La explicación es que el auge de la inversión en IA y la construcción de centros de datos, especialmente en EE.UU., está compensando el efecto negativo de los aranceles. La institución estima que, sin las inversiones florecientes en tecnología, la economía estadounidense se habría contraído un 0,1% en la primera mitad del año, ya que el crecimiento del consumo de los hogares se moderó y las compras del Gobierno disminuyeron.
Esta fortaleza económica representa también un punto de debilidad, porque la OCDE reconoce que las expectativas elevadas de estas compañías tecnológicas, así como las altas valoraciones, podrían protagonizar una fuerte corrección bursátil. En todo caso, la IA, al aumentar la productividad, tiene un efecto deflacionario.
El gasto en industria digital sube cerca de un 20% en EE.UU., China y Asia; Europa está estancada en el 7%
Trump puede así sonreír: este factor, junto a la acumulación de inventarios, así como la absorción en los márgenes de las empresas ha ralentizado el posible impacto de los derechos de aduanas estadounidenses en el resurgir de la inflación. De hecho, la OCDE asegura que a medio plazo las economías verán converger las tasas de crecimiento de precios en línea con los objetivos de los bancos centrales, en la cota del 2%. En EE.UU., el pico se alcanzará el año que viene, para luego bajar.
En cuanto a España, la organización se deshizo en elogios sobre el modelo económico español, pese a que el Gobierno no tiene presupuestos. Destacó, no obstante, que parte de sus buenos resultados son imputables al aumento de la población y que es necesario aprovechar la coyuntura para poner en marcha medidas de consolidación fiscal. Como novedad, el director de estudios de la OCDE, Luiz de Mello, subrayó como “desde la pandemia, si observamos las cifras generales de los niveles de productividad agregada en la economía española, esta ha sido bastante robusta”.

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