Lo que le sucede actualmente a Araújo es algo que a todos nos suele suceder en la vida. Y su análisis puede ser muy válido para cualquier persona. En su caso, un hombre que antes representaba la fiabilidad más absoluta, contundencia y una gran lectura defensiva sostenida en la concentración, resulta que ahora transmite una inseguridad total. Eso provoca en los aficionados un desprecio importante. No consiguen entender que el jugador no sólo está en un mal momento físico o táctico, sino que además está luchando consigo mismo. Y toda muestra de desaprobación en sus acciones lo único que va a generar es un mayor hundimiento. Además, ser defensa le hace todavía más vulnerable al error ya que sus fallos son más visibles y costosos. Su posición exige anticipación y valentía, y sin convicción llega la duda, lo cual es letal para un central. La pérdida de certeza provoca siempre milésimas de segundo de retraso, mala colocación, entradas a destiempo, faltas evitables y expulsiones por impulsividad.
El formato de un jugador como Araújo es muy proclive a entrar en estas fases de confusionismos. Es el claro ejemplo del jugador muy poderoso físicamente que cuando está en plena forma y con confianza es capaz de ofrecer muchas facetas interesantes en el juego, lo que le acaba apartando de su auténtica esencia. Podríamos compararlo con Sergio Ramos, que a veces pretendía jugar de central, organizador y finalizador. También con Pogba, que teniendo condiciones extraordinarias a veces quería ser a la vez pivote defensivo, asistente y llegador desde la segunda línea.
La mente es donde se juega el verdadero partido de Araújo, su nivel de juego es la superficie del problema
Todos podemos apreciar señales de su estado en su juego, representadas por pérdidas del timing, serias dudas en la salida del balón, disminución de su comunicación con el resto del equipo, amenazas constantes de cometer faltas por llegar tarde e incluso un lenguaje corporal de jugador derrotado. ¿Cómo puede una persona salir de esta espiral negativa? Pues, sin duda alguna, poniéndose en manos de psicólogos. Algo que le permita iniciar rutinas cortas para conseguir pequeñas victorias, analizando solamente el abecé de su trabajo. Tratando de simplificar las tareas a realizar. Enfocando el avance en la mejora de la toma de decisiones, no en el resultado final obtenido. En el caso de Araújo, debe entender que un defensa no se recupera corriendo más o levantando pesas como un poseso, sino recuperando la claridad mental que convierta su tarea en una secuencia de tomas de decisiones correctas. La caída de su nivel de juego es solo la superficie del problema, la mente es el terreno donde se está jugando su verdadero partido.
Los que ya llevamos danzando mucho tiempo en esta vida hemos aprendido que las carreras nunca mueren por un bache sino por la incapacidad de enfrentarse a él.

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