No todos en el Gobierno veían claro que Pedro Sánchez se presentara en público con un ramo de flores para pedir disculpas a Carles Puigdemont. Entre otras cosas porque si la respuesta era un portazo, el presidente se habría quedado allí plantado con su mano tendida en el aire. Aunque en Waterloo conocían detalles del mensaje que se enviaría desde la Moncloa, la reacción tenía un punto de incógnita. Era, pues, un paso arriesgado para el líder del PSOE. Justo el terreno en el que mejor se desenvuelve Sánchez. Un movimiento que beneficia a ambos porque les permite ganar un tiempo que consideran conveniente.
Puigdemont aceptó el ramo, pero no ha dejado que Sánchez cruzara el umbral de la puerta. Por ahora. Hasta ver si se cumplen sus exigencias más importantes. En el horizonte se vislumbran dos meses de tregua. Una eternidad en la política actual. Entramos ya en período navideño y en enero no hay sesiones en el Congreso. Por tanto, se prevén pocas votaciones en las que pueda ponerse de manifiesto que el Gobierno no cuenta con respaldo parlamentario. Y de aquí al próximo verano las tres citas electorales (Extremadura, Castilla y León, Andalucía) desplazarán el foco de la atención.
Antes de final de año se votará la senda de déficit de nuevo y volverá a decaer por la negativa de Junts, pero el Ejecutivo tiene previsto presentar los presupuestos igualmente en enero. También para entonces la ministra de Hacienda anunciará el nuevo modelo de financiación, en principio pactado con ERC. En la Moncloa esperan que antes de Semana Santa se pueda aplicar definitivamente la ley de amnistía y Puigdemont pueda regresar. Y espera materializar algunas demandas de Junts.
Ese escenario permitiría recuperar la relación con el partido de Puigdemont, aunque eso no significa en absoluto una estabilidad garantizada. Simplemente, permite a Sánchez mantener que existe una mayoría parlamentaria que sustenta al Ejecutivo, si bien su fragilidad es cada vez más evidente. En cualquier caso, el presidente ha ganado más tiempo y el líder de Junts ha recuperado protagonismo. Como se dice ahora, un win-win.
Con la reacción cautelosa de Junts, Sánchez frena en parte la espiral de especulaciones sobre un adelanto electoral
Con su gesto y la reacción cautelosa de Junts, Sánchez consigue sacudirse la presión de un adelanto electoral. Aunque Puigdemont no está dispuesto a apoyar una moción de censura del PP, Junts iba elevando más el tono y podía pasar a reclamar elecciones en cada intervención. El PNV también había dado muestras de nerviosismo. Así que el ramo de flores del presidente sirve para evitar una espiral de exigencia de adelanto electoral cada vez más insistente que dé una imagen de final inminente. Sánchez no quiere perder la interlocución con Junts, necesita mantener a esta formación alejada del PP, incluso por si sonara la flauta electoral y las urnas arrojaran una carambola similar a la del 2023.
Por su parte, Junts acaparó ayer todos los focos de los medios de comunicación como hacía tiempo que no conseguía. En un contexto de competencia con Aliança Catalana, Junts necesita demostrar que su apuesta por la negociación obtiene resultados. Si algo sentó mal en Waterloo fue que su anuncio del final de la relación con el PSOE pasara sin pena ni gloria, política y mediáticamente. Ante ese ninguneo, Miriam Nogueras trató de llamar la atención hace unos días en la tribuna del Congreso cuando llamó a Sánchez “cínico e hipócrita”, pero sin éxito. Así que escuchar de boca del presidente y en la Moncloa la admisión de los incumplimientos y el propósito de enmienda sonó a gloria en Waterloo, sobre todo porque en esta ocasión Sánchez no incluyó los agradecimientos a Junts en un paquete compartido con el resto de los aliados y, en particular, ERC, como hace en otras ocasiones. Es más, los de Puigdemont creen que el presidente dejó en mal lugar a los republicanos cuando dijo que les agradecía que hubieran asumido la multilateralidad a la hora de negociar la nueva financiación. También interpretan que Sánchez enmendó la plana a Salvador Illa por admitir que no se había cumplido con los compromisos adquiridos en Suiza.
Miriam Nogueras durante su comparecencia de ayer
Àlex GarciaLo cierto es que Sánchez se empleó a fondo. En su entrevista a Jordi Basté en RAC1 empleó un lenguaje grato a los oídos de Junts. Aludió en varias ocasiones a los ciudadanos “del Estado”, una terminología muy propia del nacionalismo. A continuación, entonó un canto de seducción más sutil al recordar a Puigdemont que se trataba de abrir un diálogo sobre “el conflicto político” y que eso podría ser una realidad si, como espera, se aplica la ley de amnistía en el primer trimestre del 2026 y el expresident regresa.
Así que ayer, por fin, Nogueras pudo explayarse ante las cámaras haciendo valer su estrategia negociadora al recordar varias veces que los partidos españoles solo entienden un lenguaje, el de la mano dura. De esta forma, Junts se reivindicó ante ERC, a la que Puigdemont siempre ha presentado como un partido pusilánime cuando acude a Madrid, y ante una Aliança Catalana que solo sirve como voto protesta. Precisamente, la comisión permanente de Junts dedicó buena parte de su reunión del lunes a analizar la amenaza del avance del partido de Silvia Orriols.
Junts rompió porque considera que el tiempo de descuento hacia las elecciones generales ya está en marcha y, en esa tesitura, temen que Aliança Catalana les deje como unos vendidos al sanchismo sin nada a cambio, lo mismo que ellos han recriminado a ERC. Pero al mismo tiempo pierden la única llave de influencia de que disponen. De hecho, han logrado recomponer sus relaciones con el mundo económico catalán gracias a su labor de lobby en Madrid. Empresarios y gremios profesionales han acudido en los últimos meses a Junts para conseguir que se aprobaran o no determinadas medidas. Uno de los motivos de enfado de Junts era comprobar que, en ocasiones, el PSOE no cumplía con esas demandas, lo que dejaba a los de Puigdemont en mal lugar ante sectores de la sociedad catalana en los que Convergència siempre tuvo gran predicamento. De ahí que Sánchez, para complacer a Junts, anunciara también la decisión de retrasar la aplicación del nuevo modelo de facturación electrónica de los autónomos o que aprobara la flexibilización de la capacidad para invertir de los ayuntamientos, una demanda de sus alcaldes.
La pareja sigue sin convivir. A la parte cortejada le ha parecido un bonito gesto que el pretendiente llegara con un ramo precioso, pero necesita más. Aunque nadie lo va a admitir, la fecha de final de marzo o principios de abril es clave, ya que para entonces espera el Gobierno que podrá regresar Puigdemont definitivamente amnistiado. Pero ahora el riesgo para el PSOE es que el resto de los aliados recurra a la misma estrategia de Junts y tensionen la cuerda para conseguir la atención debida. Igual hay que abrir una floristería en la Moncloa.

Hace 1 día
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