La noche de este miércoles reúne en El Hormiguero a Santiago Segura con el intérprete de Amador en La que se avecina y al creador de La hora chanante. El cineasta, Pablo Chiapella y Ernesto Sevilla presentan La Navidad en sus manos 2, comedia que llega a Netflix el 5 de diciembre y que continúa las peripecias del buscavidas que sustituyó por accidente a Papá Noel en la primera entrega. Un reencuentro en el plató de Antena 3 que, más allá de anunciar este inminente estreno, devuelve a la actualidad una amistad que nació mucho antes de sus proyectos conjuntos y que, en el caso de Pablo y Ernesto, empezó en un aula de Albacete cuando apenas tenían nueve años.
Ese origen lo recordaron en La Noche D, el formato de La 1 que conducía Dani Rovira, dedicado en su octava entrega a la amistad. Allí contaron que coincidieron por primera vez en un colegio privado de la capital manchega, en una escena que, con los años, terminaban por relatar como una suerte de prólogo involuntario a su carrera. Palabras que permitieron a la audiencia reconstruir un inicio que todavía hoy evocan con exactitud, desde el motivo por el que uno acabó en la clase del otro hasta el gesto que desencadenó una relación que ha superado décadas y varios cambios de ciudad.
“Me mandaron con los mayores”
El día en que una sanción escolar les unió para siempre
“A mí me echaron de mi clase por portarme mal y me mandaron con los mayores”, recordó el humorista en el programa de la pública. En aquel momento, Chiapella cursaba 5º de EGB. “Estaba yo en clase, atendiendo como siempre, tomando apuntes, muy centrado”, contó ante Rovira, explicando cómo trajeron al aula al que luego se convertiría en su amigo para “ver si con los mayores se pone un poco la pila”. Narración que demostraba, ante todo, que la escena continuaba en su memoria de una forma muy vívida. Para muestra, la descripción del tamaño de la gorra que llevaba Ernesto: “Era un toldo de coche”.
Sevilla, recién incorporado, se sentó justo delante del futuro actor, lo que, según narró, le impedía ver bien la pizarra. “Le pregunté si se podía mover a la derecha”, dijo. La reacción fue inmediata: “Se giró, le vi la cara, me descojoné y desde entonces ya somos amigos para siempre”. Por entonces solo les separaba un curso, pero aquella casualidad alteró de forma inesperada la rutina escolar. El comportamiento díscolo de uno y las ganas de bromear del otro acabaron trazando una alianza que, como ambos remarcaron en el espacio de RTVE, ha logrado resistir sin altibajos.
Ernesto Sevilla y Pablo Chiapella recordaron el inicio de su amistad en 'La Noche D'.
RTVEAdemás, cabe destacar que aquel encuentro infantil no fue el único en su trayectoria educativa. También coincidieron en el instituto y, con el tiempo, volvieron a cruzarse en el ámbito profesional. De ahí que terminasen formando parte del llamado “cuarteto de Albacete” y compartieran proyectos como Muchachada Nui o La que se avecina, donde sus personajes mantenían una relación fraternal que imitaba, en cierta medida, el vínculo consolidado entre ellos fuera de cámaras.
“Nos surgían aventuras”
La etapa en la que compartieron piso en Madrid
En su conversación con Rovira también rememoraron su llegada conjunta a Madrid. “Primero llegamos con la intención de buscar piso. Y estuvimos como una semana o dos buscando, pero que no buscamos piso”, relataban. La explicación surgió enseguida: “Nos entreteníamos, nos surgían aventuras”. El caso es que la situación terminó con la intervención paterna. “Al final tuvo que venir mi padre y nos dijo ‘sois imbéciles’”, añadió Ernesto. Su amigo asentía: “Tuvo que venir su viejo y nos lo encontró en una mañana”.
Tampoco tardó en convertirse en anécdota recurrente el lugar que hallaron para convivir. Lo definían como “un cuchitril con moqueta”. Un espacio donde, según contaron, “te dormías en el suelo y aparecías en la habitación”, arrastrados por los ácaros. Allí celebraron fiestas y vivieron episodios que hoy relatan como parte de su aprendizaje en la capital. Convivencia que, unida a sus inicios escolares y a sus colaboraciones televisivas posteriores, completa el inicio de esta historia que ahora persiste. Sea frente a las cámaras o en la cotidianidad más rutinaria.

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