El padre de Meghan Markle, Thomas Markle, atraviesa uno de los episodios más delicados de su vida. El hombre, de 81 años, fue sometido en las últimas horas a una intervención quirúrgica de urgencia en Filipinas, donde los médicos se vieron obligados a amputarle el pie izquierdo y parte de la pierna para salvarle la vida. Según ha contado su hijo, Thomas Jr., todo se desencadenó de forma súbita, después de que la extremidad perdiera circulación a causa de un coágulo que derivó en una necrosis fulminante.
El procedimiento, que se prolongó durante tres horas, consiguió estabilizar al paciente, aunque su entorno familiar insiste en que aún no puede hablarse de una recuperación segura. “Mi padre está siendo increíblemente valiente. Primero el pie se puso azul, después negro, y todo avanzó con mucha rapidez”, relató Thomas Jr., quien fue testigo directo de la emergencia. Tras practicarle tomografías y una ecografía, los médicos concluyeron que no existía alternativa: la amputación era la única vía para evitar un desenlace fatal.
Thomas Markle en una imagen de archivo
TheImageDirect.com / Otras FuentesLos profesionales que lo atienden en un hospital de la ciudad de Cebú han advertido de que las próximas 24 a 72 horas serán decisivas. Aunque la evolución inmediata es positiva y la herida parece responder al tratamiento, el equipo médico subraya que, dada su edad y su historial clínico, cualquier complicación podría surgir de manera repentina. Por ello, el padre de la duquesa de Sussex permanece ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos, bajo vigilancia constante.
Thomas Markle se instaló en Filipinas a principios de ese año, buscando un refugio lejos del foco mediático y del dolor emocional asociado al prolongado distanciamiento con su hija. Según su familia, comenzó a sentirse mal el pasado 2 de diciembre, mientras estaba en su vivienda. La situación se deterioró con tanta rapidez que fue necesario trasladarlo en ambulancia a un centro médico más grande en el centro de la ciudad. “Le pido a todos que recen por él”, suplicó Thomas Jr., visiblemente afectado.
Thomas Markle se instaló en Filipinas a principios de ese año, buscando un refugio lejos del foco mediático y del dolor emocional asociado al prolongado distanciamiento con su hija
A las palabras del hijo se sumó también las de la otra hija de Thomas, Samantha Markle, de 61 años, quien considera que el desgaste emocional de los últimos años ha contribuido al deterioro de la salud de su padre. “Ha vivido demasiados golpes. Es fuerte, pero ha pasado por infartos, un derrame cerebral e incluso un terremoto. Solo espero que tenga la fortaleza suficiente para superar esto”, afirmó.
El vínculo entre Thomas Markle y Meghan se rompió en el 2018, cuando la duquesa contrajo matrimonio con el príncipe Enrique. Desde entonces, no ha habido reconciliación ni contacto con sus nietos, Archie y Lilibet. El propio Thomas admitió en ocasiones anteriores que el continuo eco mediático de su hija y su yerno —entre entrevistas, documentales y publicaciones— le resultaba insoportable, motivo que lo llevó a buscar serenidad al otro lado del mundo.
No es la primera vez que enfrenta un problema grave de salud: en el 2022 sufrió un derrame cerebral en California que lo dejó sin habla temporalmente. Aquello marcó el inicio de un progresivo debilitamiento físico que hoy se manifiesta en un nuevo desafío, quizás el más serio hasta ahora.

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